Pedro Roque

Galeria de Arte. El artista español Pedro Roque Hidalgo, ofrece una muestra de su obra. Pinturas, Dibujos, Retratos, Pintura mural, Pintura en cúpulas,Puente ayuda, Olivenza.

lunes, 28 de enero de 2008

DESDE EL ORINAL DE MARCEL DUCHAMP



Fuente, de Marcel Duchamp, 1917 - "Mierda de artista", de Piero Manzoni, 1961



Parece que ya no extraña a casi nadie que nos presenten como obra de arte cualquier ocurrencia más o menos simpática enmarcada por el boato, sufragado con dinero público, de una opulenta sala de museo de arte moderno o galería de arte “mega heavy vanguardista”. La naturalidad con que nos acercamos a supuestas manifestaciones artísticas, a pesar de no apreciar en ellas el menor atisbo de emoción o interés alguno, suele ir acompañada de dos actitudes contradictorias según cada caso: una, la de tratar de ocultar nuestra total estupefacción, ante lo que más bien parece una desfachatez superlativa, no sea que podamos parecer incultos o “descolgados”, y la otra es aquella que nos impulsa a dar un paso más, esforzándonos por asumir sin reservas que estamos ante el hecho más puramente artístico del momento..., o de todo momento si es menester.

A lo largo del siglo XX ha tenido lugar una gran proliferación de artistas, desconocida hasta el momento, esto debería alegrarnos en cuanto que el arte es un rasgo propio de todo humano, sin embargo puede enmascarar una devaluación de la figura del artista y del arte, al descuidarse el valor del aprendizaje y la racionalidad, en favor de la improvisación azarosa y la “coherencia del absurdo”. La aparición de determinados conceptos teóricos asociados al momento de crisis general en la sociedad de final del XIX, genera nuevas e interesantes visiones del hecho artístico que vienen a enriquecer su panorama. Será algo después cuando la excesiva deriva hacia determinados aspectos del arte, excluyendo muchos otros, propicia su distorsión creando la consiguiente confusión, no sólo en el espectador sino también entre los propios aprendices y autores del arte.

Claro que el arte no se enseña, en todo caso se descubre, el camino del arte debe ser encontrado, aún con ayuda, tras una intensa búsqueda personal en la que lo sublime asola a lo material. Diferenciar y apartar el arte de otros conceptos a menudo asociados a él, como mercado o éxito, se hace imprescindible para no incurrir en el abandono prematuro de la búsqueda ante el acomodo de lo inmediato y falso.

El artista necesita buscar incesantemente, por definición esto es así, “llegar e instalarse” no es propio de un espíritu creador porque, en ese caso, iniciaría un movimiento circular en el que no cabría esperar nada más que la repetición de sí mismo

Claude Monet y los impresionistas, denostados en un primer momento por la academia, fueron la punta de lanza de una nueva visión del arte, origen de lo que habría de venir. Los movimientos artísticos posteriores, enraizados en el apasionante empuje de los primeros “nuevos artistas”, contagiados por el ambiente bélico que ahogaba a Europa, necesitaban reaccionar contra la imposición tradicional y lo hicieron de forma excluyente. Desde Tristan Tzara hasta Andy Warhol podemos establecer un hilo conductor a través del cual se observa cómo, de forma gradual, se va materializando la idea que las Vanguardias propugnaron y que se sintetiza en la frase: “el arte ha muerto”. Aunque obviamente la aniquilación del arte no es posible mientras exista el Hombre, no se nos escapa que padecemos un grave estado de desorientación que aqueja tanto al público no iniciado y al culto, como a los mismos artistas, en buena medida propiciado por la beligerancia de los que han defendido la negación de todo arte que no se ajuste a los presupuestos de los ismos, abducidos por una única cualidad, de entre las múltiples del arte,: “la provocación inédita”.

Que el arte es un producto de la sociedad no parece ofrecer lugar a dudas, como es indudable también que nuestra sociedad opulenta se alimenta del derroche, la producción frenética y el consumo compulsivo. La tecnología actual ha tomado el relevo de la máquina del pasado siglo en la producción de bienes a gran velocidad y mínimo esfuerzo. Por la misma razón primero sucumbió el artesano y más tarde el artista, al menos en su sentido primigenio, y ese es el quid, el concepto de artista ha sufrido cierta mutación que lo aleja de matices elementales y deseables en la producción artística como: estudio, esfuerzo, sistema y honestidad.

Pero es en “el orinal” de Duchanp (1917) , sin que él pudiera imaginar su trascendencia, donde se localiza ese momento en que la inquietud innovadora habitual en estos artistas “rebeldes”, se empieza a transforma en una carrera unidireccional donde la principal obsesión parece ser: conseguir sorprender más que el anterior, dando un paso más en el terreno de lo escatológico, macabro o irreverente.

Aunque ya con mínima relevancia, al haberse devaluado significativamente el aspecto principal de este arte, es decir lo “novedoso”; en Warhol se podría establecer el “fin de obras” en cuanto a la culminación del proyecto Dadá, de decidida vocación anti arte. Más allá de este hito todo se reduce a la imitación, repetición y decadencia del movimiento original de las Vanguardias de principios del siglo XX.

Se ha creado una imagen tópica del artista: un ser distraído que vive en otro mundo, a menudo con rasgos psicopatológicos, deficiente formación en todo lo que no sea arte, especialmente proclive a los excesos y no demasiado inteligente. No es de extrañar, en demasiados casos, a la vista de sus obras es dudoso que ande desacertado ese retrato; lejos, parece, el de aquel otro de Vinci –por poner un ejemplo-.

Mas es cuestión de tiempo y oportunidad, la fruta está al caer y los nuevos artistas darán ese paso que ya se hace necesario. El arte se debe reconciliar con la gente que sabe sentirlo, el artista no puede seguir siendo un obstáculo al querer ocultar sus carencias simulando códigos inexistentes que crean confusión y frustración en el espectador. El hombre está hecho para el arte, el artista debe producir obras que estimulen la capacidad artística innata de los no profesionales del arte, permitiéndoles disfrutar en la medida que cada cual esté en condiciones de alcanzar.

¡Ya no más “merda d’artista”!, hay que promulgar otras propuestas, otras soluciones, otros lenguajes; reforzar otras alternativas posibles, basadas en el esfuerzo y autoexigencia del artista como trabajador honesto y libre, fuerza motriz y vanguardia real de la sociedad, contra toda forma de farsa o subproducto.

Pedro Roque Hidalgo

www.pedroroque.com

martes, 21 de agosto de 2007

Exposición de pintura "ICONOS SAGRADOS"


Pedro Roque nos presenta un trabajo de estudio sobre Obras de Arte, ligadas a lo trascendente, en la Historia del Hombre mediterráneo, "ICONOS SAGRADOS".

Las obras aquí seleccionadas constituyen una de las innumerables muestras posibles, representativas del excelso patrimonio artístico creado a partir de la relación del Hombre con el mundo de la Magia y la Religión. Así se recogen manifestaciones correspondientes a la cuarta glaciación, en las que el Hombre materializa sus primeras incursiones en el mundo espiritual, y se continúa con otras correspondientes a cada uno de los diferentes estadios culturales que han ido sucediéndose a lo largo de la Historia en las riberas del Mediterráneo.

Con esta serie, a modo de aproximación al fenómeno global del Arte Sacro, Pedro Roque ahonda en su conocida línea de búsqueda y estudio, recreándose en el análisis formal de la producción antigua, a la vez que plantea un motivo de reflexión sosegada y valoración objetiva del hecho artístico-religioso, como justo y oportuno homenaje a los Maestros del pasado.

Lourdes Román Aragón, Conservadora del Museo de Bellas Artes de Badajoz

miércoles, 11 de abril de 2007